lunes, 22 de agosto de 2011

PREGUNTAS VITALES II (Serie de tres artículos)


Proviene de la entrada anterior
De la separación provienen las opciones y las elecciones. Esto es fundamental para que la vida se desarrolle. Pero con la incorporación de la creencia (fijación de una idea), se inicia el proceso que fija la elección. Cuando se fija una elección se fija una respuesta que se vuelve una reacción. Estas ideas, elecciones, respuestas y reacciones fijas forman lo que generalmente llamamos personalidad. La personalidad en una identidad o modelo que elige y rechaza una serie de opciones de forma más o menos inconsciente y fija. Y como consecuencia del proceso de “personificación”, construimos una identidad (un sentido de yo) y la fijamos. Nuestra personalidad nos “responde” a ¿Quién soy yo? y el modelo social nos brinda un sentido de la realidad.
Los modelos sociales se diseñan, se dirigen y se implementan “por y para personas”, no para individuos, cuya singularidad parte de la conciencia y no de la creencia. Por tanto: “¿Tenemos una personalidad o la personalidad nos tiene a nosotros?”
¿Qué le pasa a una persona cuando en una situación concurre algún tipo de presión o exceso (miedo o deseo, por ejemplo)?  Que su cuerpo desencadena una catarata de reacciones que inhiben la conciencia, contraen la musculatura y el sistema nervioso,  se reduce la capacidad de percibir, por tanto de elegir, y se despiertan una serie de impulsos considerados habitualmente como negativos.
Para sustentar el modelo social, la mayor cantidad de energía tiene que  dirigirse hacia la creencia. Para ello, los “impulsos” negativos (el miedo, el odio, el deseo, la preocupación, la angustia, la frustración, la ira, el orgullo,  la lujuria, la agresividad, la codicia, etc.), se desvinculan de la conciencia y por consiguiente pierden su lado creativo.
. Se perciben como que es algo externo lo que nos tienta, nos enfada o nos atemoriza.
. Se reprimen para que luego estallen o nos enfermen.
. Se degrada tanto la percepción, que el individuo sufre una nueva “reducción” perceptiva, volviéndose un “animal”, que cuando la situación personal o social es llevada a extremos críticos de amenaza, involución y deterioro, sus “impulsos” negativos se desatan, sin el control ejercido por la “personalidad-modelo social”, y sin la fuerza que el corazón y la conciencia individual aportan, derivando en explotación, guerra, crimen, esclavitud, prostitución, genocidio, limpieza étnica, ideológica, racial, etc.
. O se subliman de tal manera que el animal y la persona se funden en un  juego sicópata que puede permitir todo tipo de atrocidad sin que se pierdan “los refinamientos” sociales.
El modelo social más extendido en la historia de la humanidad es el diseñado para que los seres humanos se controlen entre sí, hasta el punto de no dudar, si llega el momento, en destruirse mutuamente para defender o imponer unas creencias, y como consecuencia establecer la cruel, sanguinaria e innecesaria opulencia y el dominio de unos pocos.
De esa manera, en nuestro asimilado sentido de orden (creencia) es donde subyace la precariedad del orden establecido (modelo social). Este desorden autogenerado y endémico, cambia lo natural por lo normal, llama diversión a la evasión, educación al control de las creencias, y cultura a todo lo que se hace para mantener el modelo social. Persigue que estemos siempre en un estado  no consciente y de desconexión, atemorizados, contraídos, tensos, tullidos en nuestra creatividad, interesados sólo por nuestras precarias emociones, reacciones y preocupaciones, necesitados  de ser la autoridad y la ley y/o depender de esta, para organizar nuestras vidas y las de los demás, siempre atados a la necesidad de creer y así mantenernos identificados con algún bando, color, imagen, idea, estructura social y/o persona para que produzcamos el punto de choque, resistencia, fricción, desencuentro y antagonismo que le permite al modelo tomar más energía.
Y frente al desorden que el “orden” provoca, el modelo social responde de una manera unívoca: más separación, más represión, más miedo, más circo y más control. Y con esto ¿Qué quiere conseguir? MÁS DESORDEN… Y a esto ¿Cómo le llama? ORDEN…
Una respuesta histórica que ha desplegado en una vorágine de miles de años de conflictos, miles de millones de vidas rotas, asesinadas, esclavizadas, prostituidas, violadas, consumidas por el fanatismo, la explotación, el sometimiento, la codicia, el deseo, la miseria, el hambre, la ignorancia y el odio, y que ha dejado amplias zonas del planeta devastadas, sobre explotadas y contaminadas.
El modelo social quiere que intenten instrumentalizarlo, poseerlo, manipularlo, negarlo, innovarlo, dominarlo y cambiarlo, no le importa si es con ideales, leyes, normas, buenas intenciones, trabajo, utopías, obras de caridad, sueños, fama, quejas, disturbios, trampas, comisiones, corruptelas, culpas, caos, sed de poder o violencia, porque realmente no le importa las formas perceptivas que se usen para alimentarlo, sólo quiere tomar la mayor cantidad de energía posible de cada persona. El mayor (auto) engaño del modelo social es no ver, no querer ver o no poder ver las relaciones del individuo “convertido” perceptivamente en persona, en animal o en refinada “personanimal” y las creencias y percepciones que construyen al modelo social.
Continuará en la siguiente entrada. ¡Gracias!

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